Tres años de (re)nacida...

 Mañana se cumplirán tres años de haber tenido mi última sesión de quimioterapia. Parece mentira! El tiempo ha pasado. Más rápido ahora que cuando estaba en pleno tratamiento. Y sí, mi vida se ha transformado y continúa transformándose. 

Todavía me falta mucho camino por recorrer en este proceso de despertar y de autotransformación que empezó con la enfermedad. Sin embargo me enorgullece pensar que ya no estoy en la recta de salida y que algo he avanzado!

Sigo pensando que si la enfermedad no hubiera entrado a mi casa sin avisar, muchas cosas hubieran seguido igual en mi interior. Igual no quiere decir mal, pero sinceramente prefiero mi yo actual, que mi yo anterior a la enfermedad. 

También debo confesar que a diferencia de lo que mucha gente piensa o lo que dichosamente mucha gente experimenta, tal vez porque soy un poco cabeza dura, a mí la enfermedad no me dejó tan románticamente ligada a Dios como yo esperaba. Hablo desde lo más hondo de mi corazón!. Indudablemente sé que estuvo a mi lado en los momentos más difíciles, porque aún en medio de los dolores físicos y emocionales, podía sonreír y ponerle la cara a la vida. Porque sentir que no tenía más opciones que abandonarme en Su Voluntad, fue una de las experiencias quizás más liberadoras, aunque muchas veces aterradoras. Estoy segura que la misericordia que ha tenido Dios por mi familia es lo que me tiene hoy aquí. No porque no puedan vivir sin mí, sino porque tal vez ocupaban una mamá como esta, con todo y sus defectos para encontrarse con Él en algún momento. Y ni qué decir de David, mi esposo: definitivamente Dios tuvo compasión de él para que no quedara solo con la inmensa tarea de cuidar cuatro niños/as. Aunque sé que lo estaría haciendo muy bien!

Ahora, en este momento, tres años después, dónde a veces me alcanza la aridez espiritual, no por la duda de Su existencia, sino por la duda de dónde encontrarlo cotidianamente, he descubierto que la culpa es un peso demasiado grande que no quisiera seguir cargando, y que casi estoy segura que Dios tampoco quiere que lo cargue. Poco a poco me he dado cuenta que he sido yo la que he pensado siempre que debo hacer mucho para ganarme las cosas... cuando Dios todo me lo ha dado gratis. Todo como lo conocí y todo como lo concebía está cambiando en mí continuamente. Hoy mi corazón quiere un encuentro y una relación verdaderamente cercana con Él, aunque mis viejos aprendizajes me mantengan en una guerra interna que a veces me agobia. 

Pero en otro sentido, he logrado con ayuda de Dios, que aquel momento en el que me dije: "Voy a concentrarme en la salud y no en la enfermedad", "Yo tengo el poder de hacer de mi la versión que quiera", se estén cumpliendo en mi vida. 

Me puse la meta de cambiar el rumbo de mis acciones, y aunque ha sido un camino lento. Muy lento, ya hoy comienzo a ver los resultados más evidentes. Resultados que no sólo físicamente me hacen sentir mejor, sino que me demuestran que soy fuerte, que soy valiente y que puedo tener la voluntad suficiente para lograr mis metas. Y que como no soy perfecta, a veces caeré y se vale. Pero entonces sigo adelante, con la mirada fija en lo que quiero. Y también con la madurez para considerar que eso que quiero, se puede ir transformando en algo mejor, conforme aprendo más y más de la vida y de lo que la hace más linda!

Hoy, tres años después de mi última quimio, vivo más consciente, más despierta. Disfruto más las oportunidades que me da la vida aunque sean pequeñitas. No hay un sólo día que no piense en el lo que viví, pero cada vez con más optimismo... pensando que HOY estoy sana, que HOY tengo a mis hijos/as conmigo y que puedo ayudarles en su caminar... acompañarles. HOY estoy aquí y tengo que aprovecharlo. Mañana ya veremos que batalla toca librar!

Hoy, en medio de una pandemia mundial que ha implicado dejar atrás una de las cosas que más disfrutaba, que es estar con mis seres queridos: mi mamá, mis hermanos, mi papá y mi abuelita, mis amigas... me doy permiso de sentirme triste y enojada de vez en cuando -tal vez más de lo que quisiera-, sabiendo que esas emociones son parte de mí y que no me hacen estar menos agradecida por la oportunidad que Dios me ha dado de seguir viviendo. 

El proceso que he comenzado, sólo me ha hecho ver que el camino es largo, pero que quiero recorrerlo apreciando lo pequeño a lo ojos del mundo sin dejar de ver lo que todo mundo ve. Quiero adentrarme en las profundidades de mi propio ser para combatir con aquellos demonios con los que puedo luchar y negociar con aquellos que estarán ahí coexistiendo conmigo para siempre. Descubrirme es un proceso que me estimula, me motiva y me ilusiona. A veces quiero parar, cuando siento que no avanzo al ritmo que mi impaciencia dicta, pero ya no puedo. Y luego, cuando miro atrás y descubro cuánto he avanzado... reconozco una y otra vez con la convicción más grande que he sentido en mi vida, que, todo, absolutamente todo, ha valido la pena. 

Acá dejo el link para poder comprobarlo cuando se me tienda a olvidar:

 https://photos.app.goo.gl/VKRsf26hG9Ecg2zR9