¿Por qué nos pasó ésto a nosotros mamá?

Imagen relacionadaÉsta es la pregunta que me has hecho varias veces mi amada princesa. Lo cierto es que no tengo la respuesta que quisiera tener. No creo que yo pueda explicarte por qué nos pasó ésto a nosotros cómo familia, porque ni siquiera sé, por qué me pasó a mí.
Al principio de todo ésto, yo estaba un poco molesta con Dios porque no entendía qué era lo que quería que hiciera. Por qué teniendo cuatro hijos que Él mismo me había enviado, ahora tenía que enfrentar la posibilidad de morirme y dejarlos sin una mamá que los chineara, los consolara y los regañara también. En ese cuarto del hospital, soñaba cada día con verlos, con abrazarlos y con decirles que todo iba a estar bien. Pero mi corazón lloraba porque no estaba segura que eso fuera a ser así. Esos días fueron eternos para mi, ¡y no me imagino para ustedes!
Luego, lo primero que entendí con la ayuda de Dios, es que Él no había enviado ésta enfermedad a mi vida, ni que quería castigar a nuestra familia. De ningún modo. Me di cuenta que aunque Él tiene poder para todo, los seres humanos, somos criaturas vulnerables. En éste mundo desde el día que comienza la vida en la pancita de mamá, estamos expuestos a todo. ¿Recuerda aquel hermanito o hermanita que no llegó a formarse en mi vientre?. No sabemos por qué, sólo sabemos que ocurrió. Y le ocurre a muchísimas personas. También mi enfermedad y muchas otras. Y no sólo le pasa a mamás, también le ocurre a papás, a personas jóvenes, adolescentes, adultos mayores y a niños. Muchísimos niños están enfermitos y librando la guerra contra el cáncer. Yo siempre que los veía en fotos, pensaba en esa sonrisa que tienen. ¿Cómo son capaces de sonreir? Siempre me preguntaba. Ahora sé que hay una fuerza inexplicable que viene de dentro de nosotros pero que no nace sóla. Debe ser el soplo del Espíritu Santo porque uno de los dones es precisamente la fortaleza. Yo muchas veces que he tenido miedo de dejarlos antes de lo que quisiera, mi corazón se estremece, pero le pido a Dios que me ayude y el miedo se va. Otro don del Espíritu Santo.
Yo no sé princesita, por qué nos ocurrió ésto, pero sí te puedo asegurar que gracias a ésto, todos los minutos que Dios nos regale para estar juntas, ahora para mí son lo más hermoso que puedo tener. Por eso a veces quiero que estés ahí conmigo aunque sea sólo para verte lo hermosa, grande e inteligente que eres. Me gusta verte sonreir y que me sientas cercana. Que confíes en mi.
Yo no sé precisar por qué a nuestra familia, pero he leído por ahí que Dios le da la peores batallas a sus mejores guerreros, y sábes qué, he decidido creer que ésto es cierto.  Porque lo hemos hecho bien. Me gusta ver cómo has madurado a través de éste proceso. Y cómo eso no te hace menos que otras chicas. Al contrario, hay una luz diferente en tus ojitos. Tus hermanitos también han enfrentado ésto con gran valentía. Y sábes qué, yo no sé lo que venga después, pero sé que cada día que tenemos para compartir, ya no es sólo un día más. Es una oportunidad para ser mejores, para amarnos más y encontrarle el gusto a todo, para reirnos y ojalá mucho. Otro gran aprendizaje, ojalá no pasara un sólo día en el que pudiéramos reír por algo. Pero cuando no se tiene la fuerza, al menos hay que buscar una sonrisa para nosotras mismas frente al espejo, cómo recordándonos que vale la pena hacerle un giño a la vida porque siempre hay algo por qué agradecer.  La felicidad está hecha de momentos que no son gratuitos. Más bien está definida por los lentes con los que una decide ver la adversidad en la que se encuentra. Porque por más difícil que sea una situación, por más tristeza que haya en el corazón, Dios tiene la capacidad de transformar el lamento en gozo, como lo dice su palabra. Yo lo he experimentado.
Yo no sé mi pequeña, por qué teníamos que pasar por ésto, pero sí te puedo decir que gracias a mi cáncer todos hemos pasado por un proceso de sanación y ahora nuestra familia está más fuerte. Somos a prueba de balas.
Y sábes qué mi niña hermosa, ya no importa preguntarnos por qué nos pasó ésto. Más bien hay que darle gracias a Dios porque durante éste tiempo no ha soltado nuestras manos. Pase lo que pase, ahora sabrás que así como Jesucristo sufrió mientras estuvo en la Tierra, nosotros también como seres humanos en éste mundo no estamos exentos del sufrimiento, de la enfermedad y de tantas cosas feas que podrían pasar. Pero aquí no acaba todo. La muerte no tiene poder sobre nosotros porque Jesucristo la ha vencido. Yo ya le perdí el miedo, y aunque no quiero irme todavía, ahora en mi corazón tengo la extraña certeza que Dios nos tiene algo verdaderamente hermoso y eterno para cuando termine nuestro paso por aquí. Así que no hay nada que temer. Lo único que deberíamos evitar es perder el tiempo. Desprovechar las oportunidades que cada día tenemos para ser mejores personas, para hacer de el mundito que nos rodea un lugar mejor, para ser más solidarios, para sembrar amor, paz y para ver a Dios incluso en los momentos de tribulación.
Ama mucho e intensamente, primero a Dios, luego a tí misma. Eso te permitirá amar a los que tienes a tu alrededor tal como son. Vive cada día dando lo mejor, aprovecha los talentos que Dios te ha dado para explotarlos al máximo y ponerlos a Su servicio. Hay tanto por hacer princesa, que no importa por qué nos pasó, sino para qué... Hay que encontrar los aprendizajes y las cosas buenas que han ocurrido con ésto y aferrarnos a ellas con fuerza.

Con todo y lo que he sufrido yo, en mi cuerpo y en mi corazón, me gusta lo que ha pasado en términos de la transformación que está generando. Es cómo si de mí comenzara a surgir la versión 2.0, mejorada.  Al fin y al cabo, eso es lo mejor que podemos sacar de lo que creemos que no es bueno. Hay que tener la capacidad de esperar y confiar. No darnos por vencidos, podemos sufrir, llorar, enojarnos, pero nunca tirar la toalla. Porque siempre puede venir algo mejor.

Te amo mi pequeña hermosa.  Gracias por iluminar mi vida con tus risas y por sostener mi mano cada vez que lo he necesitado.

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