Gracias Cáncer

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Desde el comienzo de mi enfermedad me vi rodeada de tanto, pero tanto amor, que fue imposible considerar el Cáncer como una desgracia en mi vida. Mucha gente pendiente, rezando, o preguntando, o enviándome las mejores vibras... 

Aunque esta experiencia es algo por lo que no quisiera volver a pasar, humanamente, tengo que agradecerle mucho. 

Gracias al cáncer descubrí que soy valiente como para reconocer que hay una fuerza superior con la que no se puede "guerrear".  Descubrí que su fuerza tiene mucho más poder para tranquilizarme en los momentos más angustiosos que he vivido, en dónde las estrategias humanas no me fueron suficientes. Entendí que no tiene sentido pelear contra la muerte, porque no está en mis manos alargar minutos a mi vida. Por más que mi deseo sea vivir, y así lo haya decidido en mi corazón, no tengo el poder para determinar cuándo llegará la hora. Pero ahora no me preocupo más por eso, porque mientras tanto, tengo mucho que agradecer y mucho por hacer. 

Gracias al cáncer descubrí en serio, que la vida se vive al día. Que los sueños y proyectos son como una especie de vitamina que en los días de tristeza ayudan a levantar el ánimo, pero que todo tiene que ver con la capacidad interna para intentar conscientemente ser feliz hoy.  No como evadiendo la realidad, sino con la claridad de que, aún en la adversidad más compleja, hay motivos para agradecer. Sólo quien lo ha vivido, lo puede entender en su justa dimensión, porque yo misma he cuestionado esa afirmación hasta que la hice carne en mí. 

Gracias al cáncer aprendí que para ser feliz hoy, me urgía aprender a respetarme lo suficiente como para darme permiso de llorar y hacer berrinche, cómo para no tener que mantener una imagen de fortaleza sólo para que los demás no sufran.  Descubrí que quebrarse de vez en cuando, es la experiencia más liberadora que el espíritu puede experimentar.

Gracias al cáncer estoy aprendiendo mucho sobre mi, sobre la vida, sobre el amor. Mi cáncer decidió alojarse justo entre mis pulmones y mi corazón. ¡Qué simbólico! Justo dónde está la fuente de aire que respiro y el motor que me ha dado vida desde el primero de sus latidos. Me hizo detenerme por completo de un día para otro y me hizo ver el sinsentido de vivir apresurándome cada día, corriendo detrás de algo que todavía no tengo muy claro que era, pero que al finalizar el día, no había logrado llenarme tanto, como para hacer valer el precio que estaba pagando con mi salud. 

Gracias al cáncer me he liberado -y sigo haciéndolo- de tantas estupideces. ¡Ahora quiero vivir mucho, pero también quiero vivir mejor!  Descubrí que al caerse mi cabello me sentía más fuerte. No he querido usar peluca porque estoy orgullosa de mí y mi cabeza rasurada me recuerda cada mañana la lucha que he librado y la fortaleza que llevo dentro de mí. 
Ahora todo cuanto haga está movido por esa fuerza que me impulsa a buscar lo hermoso de estar viva. Adiós incomodidades impuestas por esta sociedad, llámese cómo se llame. De ahora en adelante, lo que yo decida hacer, o cómo decida vestir, o lo que decida comer, está siendo pensado con una consciencia que antes no tenía, de hacerme el bien. De ser feliz y ayudarle a los que están cerca a descubrirlo también. ¡Qué rico liberarse de tanta carajada!  

Gracias al cáncer he dimensionado lo feliz que me hace ser mamá, aún cuando me enojo y me salgo de mis casillas. Mis hijos e hijas están puestos aquí y ahora siendo el espejo de lo mejor y lo peor de mi. Ellos me ayudan a crecer.

Gracias al cáncer, he disfrutado de un tiempo especial con mi mamita. Me ha devuelto tiempo sólo para nosotras y he podido verla de nuevo en todo su mágico esplendor. Convencida totalmente de que es un ser de luz maravilloso que Dios ha puesto en mi vida y no al revés. El cáncer me ha enseñado a amarla y a valorarla más que nunca. 

Me ha acercado más a mi papá, con el que casi no conversaba.  Ahora, aun cuando no lo veo tanto, lo siento mucho más cerca de mi.  Hemos conversado más que en cualquier otro momento de nuestras vidas y eso me gusta mucho.  El cáncer me ha devuelto también a mis hermanos. Con el pequeño, la relación siempre ha sido estrecha porque es el consentido de la casa. Pero con el del medio, ese con el que pasaba "agarrada del moño",  ahora, gracias al cáncer, tengo una hermosa y nueva relación. Nunca antes estuve tanto tiempo con él y eso no hubiera ocurrido en otro contexto. 

Gracias al cáncer, descubrí a que mi esposo es mucho más de lo que imaginé. "Se puso la camiseta" y ha hecho todo lo necesario por apoyar a nuestros hijos en el proceso. No ha terminado de verme como una persona enferma, y aún cuando eso a veces me molesta un poco, estoy segura que de no haber sido así, quizás me hubiera inutilizado y yo no hubiera descubierto la fuerza interna de la que ya he comentado. 

Gracias al cáncer descubrí quiénes son "las de verdad".  Mis hermanas. Antes eran mis amigas, pero ahora no hay palabras para describir el amor que siento por ellas. No hay filtro más efectivo que la adversidad para darse cuenta de ésto. Ellas saben quienes son.  Y es liberador también descubrir cuáles otras personas han pasado por mi vida en momentos específicos, pero nada más que eso. 

Gracias al cáncer he aprendido que los vicios del carácter, mi terquedad, mi impaciencia, mi facilidad para estresarme, requieren mucho más que una enfermedad para cambiarlos. Pero sí estoy segura que ha sido la catapulta para comenzar a trabajar en ellos. 

Sé que aún queda mucho por agradecerle a ésta enfermedad.  Ella me ha mostrado que todavía necesito trabajar con pico y pala en la profundiad de mi ser. Limpiar y perdonar, arrancar de mi alma todo lo que hace tumores que no me dejan avanzar. Sanar mi alma como se está sanando mi cuerpo. 

Así que el cáncer no ha sido una desgracia. Ha sido un proceso de maduración, de crecimiento que deseo aprovechar. Confío en que la batalla la sigue librando ese Ser Supremo que ha estado llenándome de paz cuándo era imposible sentirla. Y así será hasta que Él quiera. De momento, yo seguiré caminando hasta encontrar la armonía y la felicidad que no implica para nada, evadirme del mundo en el que vivo, sino sacar provecho de la oportunidad que me da cada día de ser una mejor ser humana. 

¡Gracias cáncer, no pudiste con nosotros!





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